Durante décadas, diversos profesionales del ámbito deportivo han señalado el valor de incluir rutinas de elongación muscular antes de la práctica deportiva, argumentando que estas contribuyen a acondicionar al cuerpo y reducir el riesgo de lesiones. Incluso hoy en día, es frecuente encontrar este argumento reflejado en literatura especializada reciente.
No obstante, desde el campo de la investigación científica, se han presentado observaciones que invitan a reconsiderar esta afirmación tradicional:
Actualmente no se dispone de pruebas científicas sólidas que respalden o rechacen de forma contundente la eficacia de los estiramientos como método para prevenir lesiones, ya sea si se aplican antes o después del ejercicio.
Algunas investigaciones, además, han mostrado que la elongación previa a una competición puede comprometer temporalmente la fuerza muscular, lo cual podría interpretarse, paradójicamente, como un factor de riesgo en lugar de protección.
En este sentido, numerosos estudios actuales coinciden en señalar que no se ha establecido un vínculo claro y concluyente entre la práctica de estiramientos previos a la actividad física y una disminución efectiva de las lesiones deportivas.
Pero, ¿cómo encajamos estas conclusiones con las percepciones de los propios deportistas que integran los estiramientos en su rutina y refieren beneficios tangibles? Muchos atletas afirman que, tras estirar, experimentan una notable sensación de bienestar corporal, una reducción en las tensiones musculares acumuladas, una mayor elasticidad en sus movimientos, y una disposición física más favorable para rendir en la actividad. Incluso algunos expresan de forma rotunda que, si no realizan estiramientos, sienten que el riesgo de lesionarse aumenta considerablemente.
Estos aspectos, aunque sean de carácter subjetivo o anecdótico, no deben ser descartados a la ligera. La psicología del deportista y el efecto placebo tienen un papel relevante y demostrado en el rendimiento y la prevención.
Desde mi experiencia como fisioterapeuta en el ámbito del deporte, trabajando tanto con atletas recreativos como con profesionales, considero inapropiado eliminar los estiramientos de la planificación del entrenamiento preventivo. El mantenimiento de una buena movilidad articular, entre otras capacidades, es esencial para ejecutar correctamente los gestos técnicos. La clave reside en integrar la flexibilidad dentro de un esquema de entrenamiento fundamentado, con criterios basados en evidencia, que favorezca el rendimiento y cuide la salud del cuerpo.
Porque si es cierto que la mente gobierna al cuerpo, entonces toda vivencia empírica puede ser, con el tiempo, el punto de partida de nuevas verdades científicas.
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