Un estilo de vida saludable beneficia al cerebro y puede disminuir el riesgo de deterioro cognitivo
Un estilo de vida saludable beneficia al cerebro tanto como al resto del cuerpo y puede disminuir el riesgo de deterioro cognitivo (una pérdida de la capacidad de pensar bien) a medida que se envejece, según nuevas recomendaciones de la Asociación Americana del Corazón (AHA, por sus siglas en inglés) y la Asociación Americana de Ictus.
Tanto el corazón como el cerebro necesitan un flujo sanguíneo adecuado, pero en muchas personas, los vasos sanguíneos lentamente se estrechan o se bloquean a lo largo de su vida, un proceso de enfermedad conocido como aterosclerosis, la causa de muchos ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares. Muchos factores de riesgo para la aterosclerosis pueden modificarse siguiendo una dieta saludable, obteniendo suficiente actividad física, evitando el consumo de productos de tabaco y otras estrategias.
«Los mismos factores de riesgo que causan aterosclerosis son también los principales contribuyentes al deterioro cognitivo en la vida tardía y la enfermedad de Alzheimer. Al seguir siete sencillos pasos -‘Life’s Simple 7’–, no sólo podemos prevenir el ataque al corazón y el accidente cerebrovascular, sino que también podemos ser capaces de prevenir el deterioro cognitivo», afirma el neurólogo vascular Philip Gorelick, presidente del grupo de recomendaciones y director médico ejecutivo de ‘Mercy Health Hauenstein Neurosciences’, en Grand Rapids, Michigan, Estados Unidos.
‘Life’s Simple 7’ esboza un conjunto de factores de salud desarrollados por la Asociación Americana del Corazón para definir y promover el bienestar cardiovascular. Los estudios demuestran que estos siete factores pueden también ayudar a fomentar la salud ideal del cerebro en adultos.
El programa ‘Life’s Simple 7’ insta a los individuos a controlar la presión arterial, controlar el colesterol, mantener el azúcar en la sangre normal, ser físicamente activo, ingerir una dieta saludable, perder peso extra y no empezar a fumar o dejar de fumar. Tener un cerebro sano se define como alguien que puede prestar atención, recibir y reconocer información de nuestros sentidos; aprender y recordar; comunicar; resolver problemas y tomar decisiones; mantener la movilidad y regular las emociones. El deterioro cognitivo puede afectar a cualquiera o todas esas funciones.
La recomendación, que se publica en la revista de la Asociación Americana del Corazón ‘Stroke’, destaca la importancia de tomar medidas para mantener el cerebro sano tan pronto como sea posible, porque la aterosclerosis – el estrechamiento de las arterias que causa muchos ataques al corazón–, puede comenzar en la infancia. «Hay estudios en curso para aprender cómo las estrategias saludablespara el corazón pueden afectar a la salud del cerebro, incluso a una temprana edad», dice Gorelick, quien tras reconocer que se necesita más investigación, califica la perspectiva de «prometedora».
El incremento de la presión arterial, el colesterol y azúcar en la sangre pueden causar deterioro de los vasos sanguíneos grandes y pequeños, activando una cascada de complicaciones que reducen el flujo sanguíneo cerebral. Por ejemplo, la presión arterial alta –que afecta a aproximadamente uno de cada tres adultos estadounidenses– es famosa por dañar los vasos sanguíneos que suministran oxígeno y nutrientes al corazón y al cerebro, destaca Gorelick.
El daño puede llevar a una acumulación de depósitos grasos, o aterosclerosis, así como la coagulación asociada. Esto estrecha los vasos, puede reducir el flujo sanguíneo al cerebro, y puede causar accidente cerebrovascular o «mini-accidentes cerebrovasculares». El declive mental resultante se denomina deterioro cognitivo vascular, o demencia vascular.
Anteriormente, los expertos creían que los problemas con el pensamiento causados por la enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades similares eran totalmente independientes del accidente cerebrovascular, pero con el tiempo los investigadores han aprendido que los mismos factores de riesgo para el accidente cerebrovascular que se mencionan en ‘Life’s Simple 7’ son también factores de riesgo para el Alzheimer y, posiblemente, para algunos de los otros trastornos neurodegenerativos, según Gorelick.
La recomendación también reconoce que es importante seguir las directrices publicadas anteriormente por la Asociación Americana del Corazón, el Instituto de Medicina y la Asociación de Alzheimer, que incluyen el control de los riesgos cardiovasculares y sugieren el compromiso social y otras estrategias relacionadas para mantener la salud del cerebro.
Base de ‘Life’s Simple 7’
Los puntos de acción de ‘Life’s Simple 7’, que se basan en hallazgos de múltiples estudios científicos, cumplen tres reglas prácticas que el panel desarrolló para identificar maneras de mejorar la salud del cerebro, que podrían ser medidas, modificadas y monitorizadas, señala Gorelick. Estos tres criterios permiten traducir el conocimiento en acción, ya que los proveedores de atención médica pueden evaluar fácilmente los elementos simples de la vida, como la presión arterial; pueden fomentar medidas probadas que promueven la salud y pueden medir los cambios con el tiempo.
El asesoramiento de la AHA proporciona una base sobre la cual construir una definición más amplia de la salud del cerebro que incluye otros factores influyentes, dice Gorelick, como la presencia de fibrilación auricular, un tipo de latido cardiaco irregular que se ha relacionado con problemas cognitivos; educación y alfabetización; estatus social y económico; la región geográfica donde vive una persona; otras enfermedades cerebrales y daños en el corazón.
También es un punto de partida para ampliar la investigación en áreas como si puede haber marcadores detectables, como los hallazgos genéticos o de imágenes cerebrales, que representen una susceptibilidad a enfermedades cardiovasculares o cerebrales, adelanta Gorelick.
«En algún momento de nuestras vidas, un ‘interruptor’ puede estar preparándose para ‘girarse’ o activarse, lo que nos sitúa en una dirección de riesgo de deterioro cognitivo y demencia», explica.
La demencia es costosa de tratar. Los gastos de atención directa son más altos que para el cáncer y casi lo mismo para las enfermedades del corazón, según estimaciones. Además, el valor de los cuidados no pagados para los pacientes con demencia puede superar los 200.000 millones de dólares al año. A medida que las vidas se alargan más en Estados Unidos y otros lugares, alrededor de 75 millones de personas en todo el mundo podrían tener demencia en 2030.
«Los políticos tendrán que asignar los recursos de salud para esto», dice Gorelick. La monitorización de las tasas de demencia en lugares donde los esfuerzos de salud pública están mejorando la salud del corazón «podría proporcionar información importante sobre el éxito de este enfoque y la necesidad futura de los recursos sanitarios para los ancianos», dice.
Los autores de estas recomendaciones revisaron 182 estudios científicos publicados para formular sus conclusiones de que seguir ‘Life’s Simple 7’ tiene el potencial de ayudar a las personas a mantener un cerebro saludable a lo largo de la vida.
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